La mayor parte de los seres vivos necesitamos el sol para llevar a cabo un montón de procesos biológicos como producir vitamina D, producir melanina (y tener nuestra piel bronceada) y regular nuestro ritmo circadiano: ya sabes, lo de dormir por la noche y estar despierto por el día.
Pero a su vez, las ondas solares pueden dañar la piel cuando la atraviesan, causando quemaduras, cambios en su grosor, arrugas, mayor envejecimiento y cáncer de piel. Pocas bromas.
La cantidad de sol que la piel puede recibir a lo largo de la vida de una persona es limitada. Y una vez que sobrepasamos su límite, pierde la capacidad de recuperarse.
La piel tiene un mecanismo de defensa que es la reparación constante de su capa externa, elimina las células muertas y las repone con otras nuevas. Pero a medida que envejecemos, este proceso de reparación se enlentece. Y es cuando comienzan los problemas.
Es como un filete. Cuando tienes un filete en la sartén y se fríe demasiado, ya no hay marcha atrás. El filete se queda como la suela del zapato.
Y es que no es necesario pasarse horas y horas bajo el sol, ni mucho menos estar en modo tostada, vuelta y vuelta, para recibir sus beneficios. Con 15-20 minutos de exposición al día es suficiente para obtener lo que necesitamos del sol.
Lo bueno de todo esto, es que puedes prevenir y evitar dañar tu piel. ¿Cómo? Protegiéndote de manera adecuada. Y en esto la crema solar es muy importante.
Las cremas solares vienen etiquetadas con un factor de protección solar (FPS) 15, 30 o 50. Un protector solar etiquetado con un FPS 15 significa que tardarás 15 veces más en quemarte que si no te hubieses echado nada, mientras que si tiene un FPS 30 significa que al sol se lo pones 30 veces más difícil.
Pero la eficacia de los protectores solares se ve afectada por varios factores, entre ellos, la actividad de sus ingredientes activos. ¡No son eternos! Su actividad disminuye con el tiempo a medida que estos ingredientes se descomponen. Las cremas solares tienen una caducidad de 6 a 12 meses una vez abiertas. A partir de ahí, no se puede garantizar que esa crema siga siendo eficaz.
Así que RECUERDA:
- Tu piel tiene memoria y se acuerda de cuántas veces la has expuesto al sol de manera inadecuada.
- No utilices cremas solares caducadas. Si no la acabas durante el verano, utilízala como crema hidratante. ¡Así olerás a sol y a playa durante todo el año!
- Que tengan un factor de protección de 30 o de 50.
- Y aplícatela 15-30 minutos antes de exponerte al sol. Necesita su tiempo para que la piel la absorba y cumpla perfectamente con su función.
- ¡Ah! Y dátela cada 2 horas. No vale con dártela una vez y olvidarte de ella. Es una crema, no un muro de hormigón.
- ¡Y atención! En días nublados… ¡también te puedes quemar!
No pongas tu piel al límite. Ella te protege todos los días. Protégela tú a ella.